De la vida sin rodeos

960 688 Eva A. Sánchez Martos

aislamiento

Lo primero que nos lleva esta pandemia fue barreras.

Los profesionales perdimos el lenguaje no verbal y los pacientes se vieron limitados por barreras que los dificultaban interactuar con sus familiares y con todo lo que les rodeaba.

Empezamos a sentir que los enfermos nos decían "te conozco por los ojos" aunque todos llevábamos el nombre en letras grandes con un esparadrapo en el uniforme.

 

 

Han habido personas fuertes que han entendido la necesidad de estas barreras pero no todo el mundo estaba preparado y había pacientes que tenían un sentimiento de ser rechazados por los demás y lo manifestaban con actitudes y comentarios fuera de tono.

Otros sentían soledad y hacían constantemente pequeñas demandas: ahora tengo dolor, ahora parece que tengo fiebre, ahora parece que estoy ... En definitiva hablaban de aislamiento social.

Pero la gran mayoría de pacientes actuaban cuidando de nosotros.

Este es uno de los fenómenos que se ha dado durante la pandemia: el ver cómo un paciente tomaba decisiones y actitud para evitar contagiar a los profesionales. Aunque a veces la emoción o los sentimientos se desbordaban y las barreras se rompían. Cristina, una de las estudiantes de enfermería, explicaba como una paciente ante una buena noticia la abrazó de emoción y después cuando se dio cuenta le pidió disculpas durante horas. Cris fue a la ducha y durante dos días estuvo sufriendo por si había contagiar.

reutilizar

 

La falta de recursos de protección ha sido una constante durante todos estos días y en todos los servicios asistenciales. Digamos que por falta de previsión, digamos que por barreras burocráticas, digamos que por intereses económicos de las empresas que fabricaban o del aumento exponencial de la demanda.

Podías ver, en la cola de un supermercado, a un hombre joven con una mascarilla de alta protección y tú, que estabas atienden pacientes, disponías de una, para cambiar cada 21 días.

La primera semana en el nuevo Hospital del edificio Verdi nos avisaron que la abuela de Mónica, una de las estudiantes, con 94 años, era ingresada con neumonía en el hospital y una PCR positiva para coronavirus. Todos vivimos el parte médico de la abuela como si fuera el familiar que tenemos en casa y no queremos contagiar. Todos los profesionales teníamos miedo, no tanto de sufrir la enfermedad, como de pasarla a nuestras familias.

Un día una paciente de 40 años se puso con fiebre de 37,2º e hizo una crisis de angustia porque tenía décimas de fiebre. Recuerdo su llanto de miedo y desesperación y recuerdo mi impotencia de no poder abrazar y decirle "tranquila, todo irá bien". No la abracé para que el uniforme no me lo permitía, no era lo suficientemente seguro, pero le dije que me hubiera gustado abrazarla. Le di la mano. Nos miramos a los ojos y le dije "tranquila, es normal, no más son dos décimas". "Lo conseguirás y nosotros estamos aquí para ayudarte". Era miedo. Miedo a volver hacia atrás. Miedo a pasar por todo lo que había visto pasar a otros pacientes durante su estancia en urgencias. Miedo a morirse. Si el miedo y la angustia va esta presente en los ojos de los pacientes la muerte nos acompaña en cada habitación. Si había una persona infectada también había una historia de un familiar o amigo sufriendo en otro lugar.

Una madrugada la muerte se presentó por sorpresa. A las 8h unos padres, ingresados ​​con nosotros, recibieron la noticia de que su único hijo, de 35 años, había muerto en la UCI. Todo el personal se volcó en ayudar. Ya fuera con escucha activa, con medicación, acelerando unas pruebas PCR para facilitar que pudieran ser dados de alta. Pero entonces la cordura nos frena de golpe. ¿Por qué corre? El hijo no podría ser enterrado hasta después de cinco días para que la funeraria y el cementerio no daban al alcance. Los padres no podrían recibir el pésame de los familiares y amigos que no se podían hacer reuniones de más de dos personas de la misma familia. La alta era ir a casa y encontrar que no era el hijo. Si en ese momento hubiéramos tenido los servicios sociales suficientes podrían haberse visto por vídeo conferencia con la familia más cercana.

Los pacientes morían sin la familia y los familiares no podían hacer su duelo. En los próximos meses veremos qué consecuencias tendrá sobre los que estamos vivos.

La abuela de Mónica ahogaba más, casi no podía hablar con la limpia por teléfono y cuando hablaba era para decirle que no fuera a trabajar en el hospital para que aquella enfermedad era muy mala. La sensación de equipo era muy fuerte y si una de nosotros sufría los otros lo hacían con ella. Las enfermeras le enchufaban el móvil que hacía de cordón umbilical con la familia y con todos nosotros.

Otra cosa que hemos visto entre los pacientes es la empatía y las ganas de ayudar. Ya sea respetando las normas de aislamiento, ya sea ayudando el compañero de habitación.

Este es el caso del Juan. Un hombre mayor acostumbrado a pasar el día fuera de casa, paseando o con los amigos y que ahora era obligado a quedarse en una habitación. No le distraía la televisión. La ventana no tenía nada que ver, no pasaba nadie por la calle, todo el mundo estaba confinado. Los teléfonos no los entendía. Juan no comía. Hablamos con la hija y nos dio información sobre la rutina de vida que tenía el paciente antes del confinamiento. No podíamos dejarlo salir y parecía un animal enjaulado. Hasta que tuvo la suerte de que el azar le llevó al German, un hombre acostumbrado a tratar con su suegra, un hombre con paciencia, que quería ayudar y lo hizo con Juan. El adoptó y en 48h ya comía, se duchaba y se mostraba más feliz. Se fueron de alta uno tras otro y quedaron en volverse a ver en la calle. Eso sí, cuando todo esto hubiera pasado.

 

amistad

Otro situación que se dio fue la amistad entre algunos de los pacientes que convivían en las habitaciones. De este modo, se dio el caso de que dos mujeres crearon "un diario de confinamiento" en internet donde cada día explicaban cómo se sentían y hablaban de sus expectativas día a día. Otros se cuidaban unos a otros y te pedían medicación por el compañero o recogían las bandejas si uno de ellos no podía.

La presencia de televisión en las habitaciones nos llevó otro problema. Vimos como los programas basura de algunas televisiones alteraban la convivencia dando informaciones erróneas o poco aclaratorias que hacía que hubiera pacientes que desconfiaban unos de otros o nos pedían PCR cuando no les tocaba por protocolo de actuación. Tuvimos que dar muchas explicaciones para hacer entender que los periodistas no eran médicos y que los protocolos les dictaba el comité de profesionales del hospital. Comenzamos a insistir a los pacientes que lo mejor era ver documentales o películas. Que no les ayudaba nada el hecho de estar todo el día pensando en la enfermedad. Que lo que decían en las televisiones o en internet no siempre estaba actualizado para que nosotros iban más rapido tomando decisiones que ellos sabiendo que las habían tomado.

Otro fenómeno fue la aparición de personas con adiciones ocultas que no figuraban en ningún curso clínico. Me recordó mucho al Dr. Hause, cuando descubría que los pacientes mentían. Tuvimos adiciones a pastillas. Algunos ya te decían lo que querían de entrada, otros no tenían suficiente con una dosis diaria y les hacía falta una cada ocho horas y otro de rescate. Los que venían diagnosticados y con seguimiento de los Centros de Atención y Seguimiento (CAS) les proporcionaban los tratamientos crónicos de su médico referente y no presentaban problemas.

familias

Dado que se trata de una enfermedad muy contagiosa teníamos habitaciones ocupadas por miembros de la misma familia. Tuvimos habitaciones ocupadas por matrimonios en los que ella mejoraba y él tardaba más. Al abrir la puerta para preguntar la temperatura veías como sufrían el uno por el otro. Ella te decía "es que todavía tiene fiebre" y él contestaba "hoy tengo dos décimas menos".
Había padres que tenían PCR negativas pero esperaban a su hijo proveniente de la UCI de pediatría y aún era portador. No se daba de alta en el adulto para facilitar que el hijo se recuperas con el padre.

La abuela de Mónica estaba un poco mejor. En la llamada que le hizo la limpia le dijo que se ahogaba menos, no tenía ganas de comer y quería morirse para no sufrir más. La limpia intentaba animarla a que comiera, pero no disponía de nada más que su voz a través de un teléfono.

Vivimos situaciones que no se podían guardar en una fotografía ni describir en un blog y menos para alguien como yo que no me dedico al arte de escribir. Pero aún así intentaré haceros una descripción de un hecho que sucedió y que describe muy bien lo que se vivía dentro de estos lugares de aislamiento.

Una mañana abrimos la puerta de la habitación de una paciente, como cada día. Y como cada día le dijimos: "- Buenos días, Carmen! Ánimo que hoy queda un día menos para volver a casa! ". Ella nos contestó muy triste que ese día no era un día cualquiera sino que era su 75 aniversario. Que ese día había previsto celebrarlo con su hija haciendo una comida de familia. Pero sin embargo no podía hacerlo porque estaba aislada y porque tampoco sabía cuántos miembros de la familia quedaban con vida.

Nosotros sabíamos que la paciente lo había pasado realmente mal, que había habido momentos que se temió por su vida. Alba, una de las enfermeras, la recordaba de cuando le colocó una sonda nasogástrica para comer sin poder quitarle la mascarilla de oxígeno de alta concentración.

Decidimos que el aniversario sería una oportunidad de levantar los ánimos de todos y poder mirar adelante.

Andrea, una de nuestras futuras enfermeras, se le ocurrió hacer con dos magdalenas y dos cuchillos de plástico, una tarta de cumpleaños, una pequeña celebración para la Carmen. A la hora de la merienda fuimos a la puerta de la habitación y le cantamos el "cumpleaños feliz" y lo grabamos para que le enviara a su hija. Los pacientes de las otras habitaciones abrieron las puertas y la felicitaron, "Felicidades, no se quien eres pero yo soy tu vecina de habitación", "por muchos años". Todo el mundo aplaudió. Carmen se emocionó. Por unos momentos todos fuimos una familia o unos amigos de sustitución.

emoción

ilusión

 

 

 

Representamos aquello que no tenía Carmen en aquellos momentos. Del mismo modo, los pacientes en situación vital de últimos días también han tenido un profesional que, por unos momentos, sustituimos la familia y los amigos para que no se encontraran solos.

Todas estas vivencias desgastan mucho psicológicamente a la persona que hay detrás del profesional. Hubo gente que se suicidó y que no pudo más se lo intentó. Por este motivo el Hospital puso en todo momento un servicio de apoyo psicológico.

Todos los profesionales sanitarios y los pacientes me sido testigos de multitud de experiencias que posiblemente deberíamos vivido a lo largo de la vida pero que ahora las hemos vivido todas juntas en pocos días.
En los próximos meses podremos ver como somos de fuertes todos. Es posible que sea necesario explicarlo a los demás. De esta manera el blog queda abierto a todo el mundo que, anónimamente o no, quiera explicar las vivencias que les llegaron al corazón. Se publicarán tal como se envíen al correo del blog.

Ah! Por cierto! La Francisca, la abuela de Mónica, se recuperó, se fue a casa y continúa haciendo magdalenas por los limpios.

Eva A. Sánchez Martos

Graduada en Enfermería por la UAB. Tengo un Máster en Cardiología y otro en Cirugía Vascular por la UB. Me he formado como investigadora en el II.SICarlos III y he liderado muchos proyectos de investigación como el estudio EMIRTHAD sobre el incumplimiento terapéutico. Porto treinta años mejorando como enfermera. Hace veinte años que ayudar al nacimiento de la hospitalización a domicilio en el Parc Taulí.

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1 comentario
  • Maria Jose

    GRACIAS, GRACIAS ... infinitas GRACIAS !!!!. Cuanto ESFUERZO y cuanta impotencia habe tenído que sufrir .. En esta crisis vital todos estabamos en vuestras manos, nuestras vidas han dependido de ese enorme sobreesfuerzo que habeis Hecho los sanitarios.
    Unos sanitarios que habeis afrontadas este horror sin el Apoyo y la cordura de la administración que os ha dejado sin la protección que necesitas .... Todo esto no puede quedar así, debemos luchar por dar a la sanidad El lugar que se Merece y que nunca más tengamos que ver Nuestros hospitales como los Hemos visto. Nuestra @ S HERO @ S NO SON INMORTALES !!!

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