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La afectividad y la sexualidad


La sexualidad es una parte inherente en el ser humano y evoluciona a lo largo de la vida. Todo lo que afecta a las personas también influye en la manera de vivir la sexualidad. El embarazo, el parto y la crianza, por lo tanto, afectarán esta esfera vital de manera especialmente significativa tanto para la mujer como para la pareja. Como todo cambio vital, este periodo puede suponer una oportunidad para el autoconocimiento y el crecimiento personal. 

Hay diferentes factores que intervienen en la sexualidad: el hecho de que se practique en solitario o en pareja; la vivencia sexual y la conformidad previa al embarazo tanto de la mujer como de la pareja; el autoconocimiento; el nivel de comunicación entre la pareja y el grado de información en relación con esta etapa de la vida; el cambio en la imagen corporal (los cambios físicos que sufre la mujer pueden ser vividos como una perdida de erotismo tanto para ella como para la pareja) y los sentimientos que el embarazo genera (a menudo, mediatizados por creencias religiosas, miedos y prejuicios ).


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La mujer gestante es una mujer sexual. Hay que desvincular la sexualidad de la genitalidad, es decir, el sexo no es sinónimo de coito. El embarazo es un buen momento para explorar la propia sexualidad, para el autoconocimiento y para comunicarse con la pareja con besos, caricias, masajes, intimidad, etc.

El embarazo no supone ninguna contraindicación para las relaciones sexuales ni para el coito. La relación coital contribuye a mantener la flexibilidad y la elasticidad de la musculatura pélvica que interviene directamente en el parto. Sólo en algunos casos se recomienda la abstinencia sexual, como, por ejemplo, ante la amenaza de un parto prematuro, la ruptura de las membranas ovulares (bolsa amniótica), la hemorragia genital y algunas infecciones genitales.

El primer trimestre del embarazo se caracteriza por una exacerbación emocional, es decir, es normal que la mujer pase por diferentes estados emocionales en poco tiempo (irritabilidad, tristeza, introspección, alegría). También puede haber una mayor necesidad de afecto y una disminución del deseo sexual. Es el periodo de adaptación a los cambios hormonales que se producen en la mujer por la presencia del embrión y que son los responsables de las manifestaciones propias del embarazo (náuseas, vómitos, malestar abdominal, sensibilidad mamaria). El aumento de la vascularización de los genitales y de las mamas influye directamente en el incremento de la sensibilidad de toda la zona, lo que hace que muchas mujeres experimenten el primer orgasmo durante el embarazo.

durante el segundo trimestre, Los malestares mencionados desaparecen. Es la etapa de la gestación, en el que la mujer se encuentra mejor físicamente y se caracteriza por un retorno a la actividad sexual previa al embarazo y, incluso, por un aumento del deseo sexual.

El tercer trimestre se caracteriza por un aumento del volumen abdominal y por las modificaciones de la columna vertebral, que pueden producir molestias dorsolumbares y dificultar o limitar las posiciones y las prácticas sexuales. En la fase de orgasmo es habitual notar contracciones. Durante todo el embarazo, pero, sobre todo, durante este trimestre, hay un aumento significativo del flujo vaginal, que cambia la consistencia y, también, el gusto.
 

 

"La afectividad y la sexualidad", d'Enfermera Virtual, Contenido bajo licencia CC BY-NC-ND 3.0 SE